Un pie aquí, un pie allá
“En el otoño de 1960, cuando yo tenía dieciséis años y mi padre llevaba sin trabajo algún tiempo, mi madre conoció a un hombre llamado Warren Miller y se enamoró de él. Esto sucedió en Great Falls, Montana, en la época del boom del petróleo en Gypsy Basin, adonde mi padre nos había llevado en la primavera de aquel año desde Lewinston, Idaho, en la creencia de que la gente –gente modesta como él-estaba haciendo dinero en Montana –o lo haría muy pronto. , y con el deseo de llevarse un trozo del pastel mientras duraban los buenos tiempos, antes de que todo se fuese al traste y se esfumase en el viento.”
Quien nos entrega esos recuerdos es Joe, el protagonista de Incendios, la novela que el escritor norteamericano Richard Ford publicó en 1990 y que acaba de ser revisitada como película por el actor Paul Dano (Pequeña Miss Sunshine) en su debut como director. Contenida, mínima en sus recursos y fiel al libro en su esencia (es, en el fondo, una novela de iniciación), Wildlife de Dano logra capturar sin apuros uno de esos momentos en los que la vida se transforma en algo completamente distinto a lo que fue segundos antes.
Tratando de resumir el libro, en una entrevista para el Lincoln center Film Society, Ford asegura que Joe, a sus 16 años, se encuentra en ese momento en que uno tiene un pie en la adolescencia y el otro en el comienzo de la adultez. Hay muchas cosas que no están muy claras, pero la vida las vuelve claras.”
El Joe de Dano, en cambio, tiene 14 años. “Cuando yo tenía esa edad, mi familia se mudó de ciudad, así es que tuve que llegar a un nuevo colegio, dejando mi vida, mis amigos atrás. Eso es algo importante para un niño de 14 años.” Dice Dano, en esa misma entrevista del Lincoln. Pero más allá de la edad, ambos autores han escogido un momento crítico, aunque personal, de sus adolescencias, un momento en donde suceden cosas, pequeños dramas, que sin embargo tienen la suficiente fuerza como para transformar una vida. Si hubiera que resumir Incendios, esa sería una buena forma.
Hay otra diferencia importante. Mientras la novela de Ford está contada en pasado, con Joe –imaginamos- ya un adulto recordando ese puñado de días en Great Falls, la película de Dano está en presente. Y esa, más que una decisión estética, es una decisión estructural. No vamos a hacer esta casa de madera, sino que de cemento.
Los hechos, entonces, están sucediendo sin ese falso narrador que viene del futuro a contarnos lo que ha sucedido. Está allí, es un niño rubio, tímido y sensible, preocupado no sólo por su futuro, sino que sobre todo por el futuro de su familia, por la estabilidad y la seguridad que le provoca el hecho de tener a un padre y a una madre viviendo juntos, sonriendo. El peso de interpretar a ese niño se lo lleva Ed Oxembould, a quien es probable que conozcan –si son padres- protagonizando una película delirante llamada “Alexander y el día terrible, horrible, malo y muy malo” que, aunque con códigos distintos y pensada para audiencias muy diferentes, también habla de un momento particular, tras el cual todo cambia.
Wildlife es, entre una obra sólida y tremenda como la de Ford, mi novela favorita de este autor. La película de Dano, creo, es uno de los mejores estrenos del año pasado, aunque poco y nada se haya sabido de ella.