Descorchados Chile 2019

Intro

Patricio Tapia

December 16.2018

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Y ahí está el gran Pepe Moquillaza, el personaje tras Inquebrantable - un pisco que es una obligación probar- hablando ante la audiencia sobre su vino Mimo, un vino del desierto de Ica, en Perú, y que hace a cuatro manos con el mendocino Matías Michelini. Estamos en el Premium Tasting de Lima, el evento que el argentino Nicolás Alemán organiza en distintas ciudades de Sudamérica; una cata a ciegas. Este año, Perú ha presentado por primera vez algunas etiquetas. Hay, por lo menos, cuatrocientas personas sentadas allí.

Moquillaza es un excelente narrador. Atrae y cautiva. Tiene ese talento para capturar el imaginario, usando las imágenes y las pausas a su favor, creando tensión. De su Mimo dice que es un trabajo que intenta rescatar los vinos ancestrales, esos vinos que se hacían en el Perú hace siglos, cuando la zona era la principal productora en este lado del mundo. Lo que Pepe nos dice es que quiere recrear esos vinos, que no hay tecnología en ellos, que en su bodega ni siquiera tiene luz eléctrica (Michelini, más tarde, agrega que incluso no cuentan con agua potable) y que no le interesa en absoluto estar del lado del vino industrial, del vino masivo, ese que persigue los sabores frutales antes que el carácter. Esa no es su motivación.

Y me hace sentido. Yo estoy en el trabajo de escribir sobre vinos precisamente por las historias que hay detrás. Y he escuchado muchas, algunas fascinantes, de esas historias que te hacen poner la piel de gallina. Algunas, incluso, más radicales que las de Pepe y su Mimo.

En un comienzo, cuando comencé a trabajar en esto, reconozco que la idea de una buena historia muchas veces era más importante que el vino en sí mismo. Y aún pienso que lo que está dentro de la botella no es lo esencial; que el vino no es un mero líquido – un líquido producto de uvas fermentadas- sino que es un hecho cultural en el que intervienen las motivaciones personales, el contexto histórico, geográfico, político incluso. Pero uno puede tener una gran historia, una historia de pasión, de esfuerzo, de perseverancia, de fracasos y pequeños éxitos, pero si el vino que resulta de todo eso no es bueno, todo pierde sentido.

¿Pero qué significa que el vino “no sea bueno”? No voy a entrar en el terreno subjetivo de si me gusta o no me gusta una botella, sino que más bien en algo tan simple como que lo que está allí dentro, bajo ese corcho, no tenga defectos que nublen la historia. Puede haber un tanino rústico por ahí, puede haber algo sucio que están en el fondo; la acidez que se escapa, una que otra desviación, pero nada debiera, idealmente, nublar la meta de expresar un lugar, una cepa, un suelo, una historia, una motivación.

Desde mi punto de vista, Mimo es un intento fallido porque, a pesar de la tremenda historia que hay detrás, el vino no se puede beber. Técnicamente, tiene problemas. No hay subjetividad en eso. Es un trabajo que progresa, pero que aún no llega a puerto. Llegará, sin dudas. Tanto Moquillaza con su Inquebrantable como Michelini con la batería de vinos alucinantes que produce desde Mendoza, han demostrado que pueden. Por ahora, sin embargo, Mimo no encuentra el camino en su búsqueda por recuperar una tradición perdida. Y eso suele suceder, aunque mucho menos que antes, también en otros vinos naturales como éste.

Pero que el vino sea “natural” no es el tema. A través de los años, en el Descorchados hemos seguido de cerca ese movimiento que, aunque sin reglas claras, lo que pretende es expresar los sabores de la cepa, del lugar, con la menor intervención posible. Uvas y nada más. Desde el punto de vista periodístico, para Descorchados esa aproximación pura e ingenua a la enología, resulta apasionante. Y hemos aplaudido muchos de esos proyectos.

Tampoco el tema es que sea absolutamente necesario que haya un enólogo que maneje técnicas que eviten esos errores. De hecho, creo que –al menos cuando se trata de vinos fuera de los circuitos masivos- los enólogos no son necesarios, sino que lo que se necesita es una persona con sensibilidad y nada más. Si ha estudiado enología, para mí no se incluye en la ecuación. El tema se reduce a contar una buena historia a través del vino. Que lo que está dentro de la botella sea un espejo. Los mejores vinos de este año en Descorchados, sin excepción, tienen muy buenas historias detrás, historias bien contadas.

Uno de los grandes desafíos de quienes comunicamos el vino es atraer a la gente a que los beba, sobre todo en este mundo nuevo en el que ya no sólo hay blancos o tintos. En un mundo de suelos, de cepas, de ésta o esta otra técnica, la gente se pierde. Y se pierde aún más si lo que contamos luego en la copa resulta ser contradictorio. Hablamos de terroir y lo que ofrecemos no es sino otro vino estandarizado; disfrazamos con lindas historias a vinos que no beberíamos ni nosotros mismos.

Sean todos bienvenidos a Descorchados 2019

Patricio Tapia

Diciembre 2018