A Silvia le robaron el enano

Nico Visne

Abril 17.2019

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Estoy cuidando la casa de mis padres en Cipolletti, Río Negro, Argentina. Se ausentaron de la ciudad un par de dias y yo les riego las plantas y la huerta. De paso me cocino algo en el patio. Tienen dispositivos interesantes para asar o calentar a la intemperie y a mi me sirve un poco para desconectar de todo. Mi padre no es un gran tomador de vino, pero acopia ofertas como ninguno. Entre su rejunte encuentro un Pinot Noir Rionegrino procedente de un viñedo de 1969.

Mientras bebo ese jugo pálido y caprichoso en un vaso y espero que se cocinen las entrañas, veo periféricamente que la pantalla de mi teléfono se ilumina. Con la intención de darlo vuelta o apagarlo para dejar de estar tan pendiente, una inercia narcótica me lleva de nuevo al contacto con la cajita táctil. Es un mensaje de mi madre, quien está de viaje en la cordillera y me escribe, textual: “Hola Hijo. Cómo estás? A una vecina de Norma le robaron un enano de jardín. Parece que hay otros casos en el barrio. Besitos. Ma.”

Me quedé pensando si verdaderamente era un tema para investigar o dejarlo ir mientras tomaba ese endemoniado y tierno pinot de bodega Canale. Pensaba en Francia, en ese movimiento del cual no sabía nada. Pinot, enanos, vino, Francia, todo me llevaba a darle play al rumor. Lo bizarro y extraño me daba mucha curiosidad, así que contacté a Norma, la amiga de mi madre, que a su vez me contactó con su vecina.

El lugar es Cipolletti. Una ciudad reconocida por sus chacras de manzanas y peras y por haber sido el pueblo que vió en su estadio el debut de Maradona en la selección juvenil de Argentina. Allí, en el barrio San Pablo, uno de los más tradicionales de la ciudad, una serie de extraños sucesos relacionados al robo de enanos de jardín tiene preocupado a varios vecinos.

Durante un par de días fueron desapareciendo de diferentes casas y patios esas figuras ornamentales de yeso, hecho que puso en alerta a los damnificados; porque no es solo la vecina de Norma, son un par de otros vecinos cansados de recibir llamados de medios de prensa de todo el país por lo extraño del suceso.

Flash de noticias por todos lados. Canales nacionales en la televisión titulando de manera similar y twitter viralizando este fenómeno por el planeta. “Alarma por una ola de robos de enanos de jardín en Cipolletti”  “Se conocen más víctimas de los ladrones de enanos de jardín en Cipolletti” “Una ola de robos de enanos de jardín tiene en vilo a los vecinos de Cipolletti “

Cuenta Silvia, vecina del barrio San Pablo, que heredó un par de enanos de su madre. “Los tenía desde que se casó con mi papá. Eran dos, iguales. Uno se rompió cuando se le cayó una madera que estaban usando para ampliar el techo del garage y no sirvió más. Quedó su hermano, que es el que se robaron. Las cosas pasan porque tienen que pasar. Igualmente siempre nos roban macetas y plantas”

Otra vecina manifestó que se lo robaron del jardín delantero, que las rejas de la casa no son muy altas y que seguro que las saltaron porque no estaban rotas ni nada. Cuenta que le había hecho una base con un tupper y cemento y que los ladrones recortaron en círculo y se lo llevaron. Se ha reportado otros casos en la zona. A ella se lo robaron en Febrero, pero no quiso hacer la denuncia.

Luego, con los días, comenzaron a llegar casos de diferentes barrios y los canales televisivos expandieron la noticia. Uno en el barrio Flamingo, otro en el Pichi Nahuel y dos en el Brentana.

En medio de toda esta rueda de testimonios que se van llevando horas de mi dia y que logró concretar entre la escuela de mi hijo y mi trabajo cotidiano, empiezo a interesarme en este movimiento liberador. Me cuesta creer que alguien los robe para sacarlos del cautiverio

Averiguo, por ejemplo, que en Francia, durante la década de los 90, los enanos de yeso comenzaron a desaparecer de jardines y paseos públicos. Luego, esta situación se replicó en otros países como Bélgica, Canadá y España. Estaba naciendo el Frente de Liberación de Enanos de Jardín.

Los militantes del frente argumentaron que los enanos son presos de su libertad y que hay que liberarlos. La movida es muy divertida: se los llevan y luego les sacan fotos en viñedos de la Borgoña, o monumentos históricos como la estatua de la libertad, la torre Eiffel o las cataratas del Niágara y se las mandan por correo a sus dueños.

Hace 22 años, uno de los líderes del frente fue condenado a prisión en suspenso. En 2001, en Francia, una acción de los militantes pidiendo la libertad de uno de sus líderes los llevó a plantar cientos de gnomos en una calle de París exigiendo inmediata liberación del condenado.

Cabe destacar que el origen de los enanos surge en Turquía, finalizando la Edad Media, como réplicas de los niños que se secuestraban y reclutaban para trabajar en las minas. Los niños eran vestidos con gorros rojos que, en teoria, cumplian la funcion de casco y los vestían con colores llamativos para distinguirse en la oscuridad.

La espeluznante realidad los transformó, misticismo mediante, en iconos oscuros. Los dueños de las minas encargaron diseños en barro imitando a los enanos para exorcizar fantasmas y restarles públicamente oscuridad como una maniobra de marketing de la época. De esta manera, se hicieron populares y decorativos con los años. Los viajantes los adquirieron y los cruzaron de continentes. Los movimientos artísticos y kitsch hicieron el resto. En Alemania son furor.

Volviendo a Cipolleti, allí hay un vivero en la rotonda que conecta uno de los ingresos a la ciudad con la ruta provincial 151 y la nacional 22. Ruta que viene de Bahía Blanca y que, a su vez, conecta Río Negro con Neuquén. El vivero en cuestión está en un terreno grande y siempre expone sus productos en el frente del lugar. Si alguien quiere ir a comprar un enano de jardin en la zona, ese es el lugar. Porque tienen un taller y los fabrican

Allí trabaja Néstor, quien obviamente conoce la noticia y lo primero que dice es: “Desde que nos enteramos, pusimos más atención en los enanos esparcidos por el predio y la vereda. Hoy un enano te sale $1.000.” es decirm, unos veinte dólares, advierte Nestor.

Todos coinciden en que, seguramente, los roban, los pintan y los venden y ninguno ha realizado la denuncia porque, según dicen, el costo de los enanos no justifica demasiados trámites y pérdidas de tiempo. Algunos vecinos van a comprar nuevos para reemplazar la ausencia. ¿Misterios sin resolver? ¿resurgimiento de aquel frente de liberación ahora en la ciudad de las manzanas? Enigmas abiertos en un pueblo al cual a esta altura ya no le falta nada.